ARTÍCULOS/CHINACA TEZCATLIPOCA
® El País de las Ucronías
Antonio D´Ángeles YohualmitlExordio
¿Qué es la ucronía?
La ucronía es una narración especulativa acerca de posibles advenimientos que habrían acontecido si los sucesos se hubieran desarrollado de manera lógica. También suele abordarse como una reconstrucción histórica creada naturalmente, basada en hechos posibles, pero que no han sucedido realmente. La ucronía especula sobre realidades alternativas ficticias, en las cuales los hechos se han desarrollado de diferente forma de como los conocemos o simplemente, no ocurrieron.
Estas connotaciones de la ucronía son aplicables a la historiografía oficial de México, que con la aparente premisa de que fue desarrollada para ensalzar a nuestra patria, lo que implícitamente plantea es la falsificación y la tergiversación de los acontecimientos históricos. Particularmente los que tienen que ver con nuestro milenario pasado autóctono. Esto puede sonar exagerado, sin embargo, desde que se impuso en estas tierras la dogmática, religiosa y cristiana visión europea, junto con su paradigma cultural (eurocentrismo) siempre ha actuado de esta manera.
Por eso no resulta nada raro que, en las versiones oficiales sobre el pasado autóctono de nuestra nación, se planteen las cosas de forma tal, que nos dejan muy claro la «obligación» de agradecer a los hispanos haber llegado a exterminar a las poblaciones autóctonas, inoculando intencionalmente sus pandemias, explotar sus recursos naturales, enajenarlos con sus dogmas religiosos y esclavizarlos. Porque dicen, en el colmo de la estupidez y la abyección que, los «amorosos» invasores trajeron a estas tierras: «idioma, cultura y religión» (SIC).
Tenemos 500 años oyendo estas versiones y, desde entonces, muy pocos autores se han aventurado hablar y escribir en contra de estas premisas oficiales. Muy al contrario, desde hace más de 15 años que se puso de «moda» la aparición de varios historiadores, cuentistas, novelistas, pseudo investigadores, pseudo historiadores y hasta publicistas que, en su mayoría, son de abierta filiación ultra derechista, y que dicen tener la neta del planeta sobre la historia indígena de nuestro país. Y que divulgan interpretaciones parciales, convenencieras y, abiertamente zalameras con las versiones oficiales. Donde, por cierto, nos dejan muy claro que el único y auténtico «padre amoroso, protector, defensor y fundador» de México, es Hernán Cortés (SIC).
Publican infinidad de libros, ensayos, artículos y hasta cuentan con amplios espacios en la televisión abierta, donde recrean, acomodan y magnifican los mitos creados por los frailes y novelistas (fundadores del partido conservador) metidos a historiadores de principios del siglo XIX, y donde resulta que los complejos, traumas y taras que han padecido, y padecen la mayoría de los mexicanos, radican en la imposibilidad de NO asumir nuestra «preciosa» herencia hispana. Además de no ser capaces de reconocer que los antiguos habitantes del país que hoy en día llamamos México, fueron realmente culturas decadentes, llenas de fanatismo religioso y de un enorme atraso tecnológico, social y cultural (SIC).
Discursos maniqueos, abyectos e intencionalmente manipuladores que pertenecen a una «nueva corriente» que pretende seguir dándonos ‘atole con el dedo’, enarbolando la falaz premisa de que es: «una nueva visión crítica de la historia de México».
Ante esta realidad, resulta que seguimos como desde hace centenas de años, escuchando las mismas versiones y viendo una sola cara de la moneda. Por ello, es muy importante refutar inquisitivamente, críticamente; objetivamente y esclarecer los postulados consuetudinariamente establecido. Sobre todo, porque la mayoría los mexicanos tienen como único referente de nuestro pasado autóctono la historia escrita por los invasores europeos, y aceptada con fe ciega en todo este tiempo. Historia que fue escrita a conveniencia y agrado de quienes desde el siglo XVI se hicieron dueños y amos de estas tierras. Después, con la imposición de la historiografía oficial a partir del siglo XIX, nos imputaron versiones que, según sus creadores, se representan en los monumentos de bronce que erigieron por doquier.
Practica que se llevó a su máxima expresión con la llegada del PRI como partido hegemónico del estado mexicano. Mismos que decidieron robarse los postulados de la revolución mexicana, auto denominándose «herederos» de Cuauhtémoc, además de decirse portadores de las premisas de la independencia, la reforma y de la constitución de 1917. Partido que, durante casi 90 años, ha manipulado a su conveniencia la vida pública de los mexicanos y que, entre muchas otras cosas, institucionalizaron y reafirmaron la historia oficial de México.
Esta bestial operación no solo logro desvirtuar aún más la esencia original de nuestra civilización indígena, también ha logrado que la mayoría de los actuales mexicanos crean que: Colon, Cortés, Iturbide, Porfirio Díaz o Venustiano Carranza entre muchos otros, son «héroes nacionales», Mentes maliciosas que consideraron que la lucha y postulados de Zapata, son equiparables a la de su asesino, Venustiano Carranza. Razón por lo cual decidieron enterrarlos juntos.
Historiografía que, junto con sus «intelectuales» orgánicos, la iglesia católica y los burócratas emanados del sistema. Descalifican los logros de Benito Juárez, de la constitución de 1857 y de la generación de los liberales puros, fundadores de la república liberal. Aunque en el colmo del descaro, durante décadas, han tapizado sus despachos con retratos de los personajes más importantes de esa generación.
En un gran porcentaje «gracias» a esta historia oficial inventada, parcializada y, en el mejor de los casos, tergiversada, es que muchos mexicanos aun sin saberlo «cargamos» con un dejo de frustración, impotencia y atomización que solo en casos de extrema urgencia logramos trascender para mostrar el auténtico temperamento de nuestro pueblo.
Temperamento que, como ocurrió el pasado mes de septiembre del 2017, cuando los terremotos que afectaron a varias partes del territorio nacional, hicieron que despertara el gigante que es la gente de este rico y complejo país llamado México.
Pensando en todo lo anterior, y en el contexto que se me presento siendo voluntario y rescatista durante la crisis de los terremotos de septiembre del 2017, es que imagine escribir este ensayo.
Que en su primera parte narra la crónica de lo vivido durante y posterior a los sismos de septiembre del 2017; después pretendí esclarecer cuando inician, de donde surgen los mitos y símbolos que permean y afectan en muchos sentidos nuestras vidas; luego muestro de manera clara y objetiva parte de la esencia y raíz del conocimiento legado por nuestros ancestros indígenas; con estos referentes abordo algunos episodios de la historia indígena de México, eventos que han sido inventados y manipulados cínica y parcialmente durante cinco siglos; finalmente les comparto algunos de los episodios más relevantes de la historia post hispánica, buscando lo que subyace en las «verdades» absolutas e incuestionables que nos han impuesto.
Adelanto que, aunque en varios pasajes relato los acontecimientos históricos con un lenguaje simple y hasta coloquial, el hecho de fundamentarla con las crónicas originales puede que a mucha gente poco avezada en estos temas le parezca un poco molesto. Pero no por responsabilidad de quien esto escribe, sino por «culpa» del cuadrado, parcial y rigorista sistema educativo y académico que durante 5 siglos ha generado crónicas somnolientas, y que pie juntillas, se han apropiado los pésimos maestros de historia que de allí surgen, mismos que han influido negativamente en quienes han sido atraídos por nuestra historia matria.
Por esto, y otras muchas cosas que encontraran a lo largo del presente ensayo, les invito vehementemente a que lo lean. Trabajo al que también podría llamar: La historia negada de México, para que se aventuren a descubrir precisamente una historia nueva, y diametralmente distinta a la que siempre les han contado sobre este maravilloso lugar del cosmos llamado México.
Antonio D’ Ángeles Yohualmitl
En algún lugar de la sierra norte de Puebla: Imaginando el presente ensayo.
Septiembre del 2017.
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